domingo, 25 de septiembre de 2011

ONE-SHOOT DE DARCKPRICCS

“Por esta vez”... 


“No hay nada que temer…”

Me levante una vez más, mi cuerpo adolorido reaccionaba instantáneamente, como si fuera un títere que responde a las órdenes de un hombre que jala los cordones traslucidos de su muñeco. No quería levantarme, sería otro día rutinario y frívolo, sin sentido, sin vida, como era el resto de mi vida, una vida desecha y sin ritmo, perdida en los laureles de un mal camino que había elegido yo misma. Ningún ruido azotaba mi habitación, estaba sola, como siempre lo había estado, sin compañía, sin familia, sin amigos, sin nada, solo con la sombra de testigo de mi tan decaída vida desflorada.
Una vez me dijeron que no somos lo que seamos en el interior, que por el contrario, son nuestros actos los que nos definen. Mis actos me definen de por vida, mis actos me enseñaron que hay errores de los cuales nunca podremos escapar, mis actos me demostraron que hay fantasmas de nuestro pasado que siempre nos perseguirán, y yo tengo uno personal que nunca me abandona y que siempre me atormenta, sin descanso ni final.

Me vestí cómodamente, una camisa y un jeans, zapatillas y el cabello suelto. Me pare frente al espejo, me odiaba a mí misma, antes me hubiese visto linda con los 19 años que tenía, con el cabello castaño largo y los ojos color chocolate, la tez blanca y la figura esbelta. Pero la verdad era que me odiaba, no me gustaba lo que veía, me asqueaba verme a mí misma. Lentamente levante mi camisa, frote levemente mi vientre y comencé a llorar. No sé cuánto tiempo estuve llorando, no se siquiera si me quedaban lagrimas para derramar, me sentía vacía, me sentía sola.

Tome mi bolso y me encamine a la salida de mi departamento, la gente empezaba la semana con una sonrisa en los labios pero yo no podía, no le veía lo bueno a la vida, para mí todo era gris y seco, y así lo seguiría siendo. Mis pies me guiaron a la parada del colectivo, tome el dinero de mi bolsillo que guardaba para pagar el boleto y me subí al coche. Encontré un asiento vacío pero preferí mantenerme  parada, escuchando música tras mis auriculares, permaneciendo sumamente callada, sin vida, seca, triste.

El bar me esperaba como todas las mañanas con las puertas abiertas, cada día me levantaba, desayunaba en el bar y entraba a clases en la facultad que quedaba justo enfrente. Ordene una taza de café y me senté en una mesa para dos cerca a la vidriera, nunca faltaba algún voluntario que se atreviera a querer llamar la atención de la bella joven desconocida. ¿Acaso no veían en mi rostro que quería estar sola? Los alejaba rápidamente con la primera excusa que se me venía a la mente.

Pero ese día era diferente, lo supe al verlo ingresar al bar, su cabello desordenado y un poco largo, sus ojos color miel y esa estúpida sonrisa, típica en un hombre que tiene todo lo que desea con solo pedirlo una vez. Me puse mis ray-van, y me dedique a terminar mi desayuno, no pude permanecer callada cuando, por el rabillo del ojo, lo vi sentarse en mi mesa. ¿El nunca dejaba de sonreír? A través de mis gafas lo podía observar, el me miraba y hasta pude creer que me dedico una sonrisa.

-Hola, ¿Cómo estás?- me pregunto cálidamente, como si nos conociéramos desde hace muchos años.

-No del todo bien, buen día- le conteste y no supe porque. ¿Era tan diferente el día de hoy al resto?

-¿Por qué tendría que ir mal tu vida?-.

-Creo que porque mi pasado no me abandona-.

-¿Y qué hiciste para creer eso?- se animó a preguntar, yo me quite las gafas.

-Confié demasiado y así cobre por mi error-.

-¿La vida acaso no está hecha para cometer errores?-.

-Sí, pero yo no quería causar tanto daño, si hubiese sido un poco más consciente de mis actos, puede que nada de esto hubiese ocurrido-.

-Tú no tienes en tus manos el poder de cambiar el futuro, las cosas suceden y ya, hay que aprender a lidiar con los errores y poder hacer más feliz nuestro presente- sus palabras me golpearon como un balde de agua fría, de una sola estocada, sin previo aviso.

-Claro, y tú lo dices porque de seguro nunca fuiste a una fiesta, te emborrachaste, llegaste a un coma alcohólico del cual tus amigos se aprovecharon, te violaron, te dejaron embarazada y nunca se quiso hacer cargo el responsable- me quebré y pude sentir como unas lágrimas caían por mis mejillas –Nadie me ayudo, me echaron de mi propia casa, entre a tomar alcohol para sanar las heridas, ellos me lastimaron, me robaron la posibilidad de poder quedar embarazada algún día- sollocé y él se sentó a mi lado, con su brazo rodeo mis hombros y beso mi frente, acariciando mis cabellos. Las lágrimas no dejaban de emanar, mis ojos estaban hinchados de tanto llorar.

-Además del alcohol vino el exceso de drogas, no tenía control de mi propia vida- explote y me aferre a su pecho –Al poco tiempo me comencé a sentir muy mal, me entere que estaba embarazada, pero por los daños que me hacían las drogas mi bebe sufrió las consecuencias, murió en mi vientre- las lágrimas dejaron de caer, mi cuerpo estaba rígido.

-Lo lamento- el me abrazo más fuerte, tiernamente me acariciaba los cabellos ondulados, mi respiración era entrecortada por los sollozos pronunciados en tímidos gemidos de dolor y melancolía.

-No lo pude sentir en mis brazos, no tuve tiempo de llamarlo hijo- mis palabras se quebraban por los recuerdos –Muchas veces me quise matar, ayer mismo trate de hacerlo, pero por alguna u otra razón, mis deseos eran troncados por algo y no podía-.

-No vuelvas a intentar suicidarte- escuche su voz firme y dolorosa a la vez.

-Tú no eres dueño de mi vida, ni siquiera conoces lo que viví- me queje al instante y me solté de su abrazo.

-Pase por peores cosas, ni te las podrías imaginar- el lado tierno y cuidadoso del chico de ojos color miel se había esfumado, su rostro mostraba rabia, y muy en el fondo comprendía, era mi error.

Por esta vez puede ser de verdad, podría ser real, quizás los errores con el tiempo sanaran, no tengo que perder, no tengo que caer, después de todo no hay nada que temer…
Lo mire atentamente y me quede prendida a su mirada, él tenía razón, la vida estaba hecha para cometer errores, lo esencial es darse cuenta y hacerse responsable de los mismos. El quedar embarazada y todo lo que conllevo con ello, fue mi culpa, fue mi error. ¿Acaso podría sonreír nuevamente a la vida? ¿Tratar de ser feliz una vez más? ¿Tratar de vivir una vez más, por esta vez? ¿Quizás hasta podría enamorarme una vez más?

-Claro que puedes cambiar el rumbo de tu vida y ser feliz una vez más, aunque tu bebe murió sigue estando a tu lado todos los días, te lo puedo asegurar, pero a nadie le gustaría ver en el poso que has caído, enfrenta tus problemas, hazte cargo de ellos y aprende a vivir, no sufras más, vive del momento, no estás sola, aquí estoy yo, siempre estaré para ti amor- el me volvió a sonreír tiernamente y deposito en mi frente un casto beso. Cerré mis ojos por un segundo, me sentía aliviada, despojada de todo mal, el dolor seguiría latente en mi corazón, pero tenía que por que luchar, tenía que aprender a vivir.
Abrí los ojos y me llene de asombro, el chico de ojos color miel no estaba a mi lado, él había desaparecido del bar. Lo busque con la mirada pero no lo encontré, pregunte en la mesa de al lado si lo había visto salir, pero ninguna persona me quería responder. Lleve mi vista a la mesa y encontré una servilleta de papel sobre mi cuaderno, estaba escrita con tinta negra, la abrí y la comencé a leer lentamente.

Bella:
Siempre supe cómo te llamabas, siempre estuve a tu lado, pero nunca podía estar cerca de ti, hablarte, o abrazarte, poder conversar y hacerte reír, por ti amor, soy mejor de lo que fui… Tu ilusión me llenaba de asombro, así se fue detrás de ti mi corazón pero nadie pudo saber antes de esto por como soy, no soy un chico, soy algo más… Me hubiese gustado conocerte antes de que mi accidente sucediera, antes de que llegara mi hora de partir, pero el observarte día y noche fue lo mejor que me pudo haber pasado. Gracias a ti encontré mi salvación, gracias a ti y a tu esperanza vuelvo a ser feliz plenamente y podre partir en paz. En ti esta lo que quiero, en ti está el amor que siempre soñé. Quiero que seas feliz, que vivas, que disfrutes, que te enamores, la vida no es tan mala como parece, la vida es buena, hay que saber elegir el buen camino nada más…
Recuerda que siempre estaré a tu lado, velando tus sueños, protegiéndote día y noche, porque tu amor me regalo la felicidad… No temas, yo te cuidare, aquí estoy yo para darte mi fuerza y mi aliento, aunque tú no me puedas ver… No temas yo te cuidare, siempre te amare…
Edward

Mis ojos se pusieron brillosos, levante la mirada y mire por el cristal a mi lado. Allí estaba el, me sonreía y me miraba con esos hermosos ojos color miel. Su sonrisa era intacta, se despidió con la mano y en un solo abrir y cerrar de ojos desapareció…

-Gracias- susurre aferrando la carta en mi pecho mientras una pequeña sonrisa se empezaba a formar en mi rostro, era una extraña sensación, hace mucho que no lo hacía, hace mucho que no me sentía yo misma, hace mucho que no era feliz como lo era ahora.

-Siempre te amare, Edward- pronuncie alegre y me encamine a la salida del bar, llevando entre mis manos la pequeña servilleta blanca…

FIN
ATTE: DarkPrinccs

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